Más de tres cuartas partes de la Biblia corresponden al Antiguo Testamento. Con la excepción de los primeros once capítulos del Génesis, el libro de Job y ciertas partes de los profetas, el Antiguo Testamento se dedica al trato de Dios con la raza escogida. Dios eligió al pueblo hebreo con tres fines: para ser depositario de su Palabra; para ser el testigo del único Dios verdadero a las naciones; y para que por medio de él viniera el Redentor. El Antiguno Testamento se divide según su contenido:
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